Juan compró un auto hace dos años y desde ese momento no ha dejado de pagar su seguro automotriz ni una sola vez. Más que un gasto, lo ve como una inversión, pues sabe que estará protegido en cualquiera de los casos. Por eso, al momento de adquirir la póliza, buscó la más costosa y se aseguró de tener muchos beneficios.
Sin embargo, dos años después de adquirir su seguro y haber renovado con la misma compañía, Juan tuvo una emergencia y necesitó asistencia en la vía para recargar la batería de su auto. Confiado, llamó a su aseguradora y lo que escuchó le sorprendió mucho: No se incluía ese servicio. Juan no lo podía creer, había buscado mil beneficios que nunca había usado y no se había percatado de que la póliza que pagaba no incluía algo tan básico como eso.
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Lamentablemente, lo que le ocurrió a Juan también le ha pasado a muchos conductores que, confiados en el precio de una póliza, no prestaron atención a las condiciones de la misma. Entonces, ¿qué es lo que podemos aprender de la situación que pasó Juan?
Básicamente, que no siempre lo más costoso es lo mejor. Se trata de entender qué es lo que te ofrece cada aseguradora y qué es lo que tú como conductor necesitas.
Ver a los seguros automotrices como una inversión es totalmente correcto, pues nos ahorran muchos dolores de cabeza al protegernos en distintos casos. Pero como toda inversión, es necesario que la escojamos con cuidado. Si hay un seguro que te llame la atención, asegúrate de compararlo con dos o tres opciones adicionales y comprobar las exclusiones que incluye. Además, un punto importante es ponerte en diferentes situaciones y pensar cómo el seguro podría ayudarte.
Si para todas las situaciones hay algo que tu póliza puede hacer por ti, entonces vas por buen camino. Con un poco más de información, Juan y los demás conductores pueden evitar este tipo de inconvenientes en el futuro.