La respuesta corta es: depende. Si te estás preguntando en qué gasta más dinero la gente en México, hay patrones claros por rubro, pero las diferencias por género no se explican solo por “quién paga más”, sino por quién decide, qué valora cada quien y en qué etapa de vida está. Entender esto te ayuda a presupuestar mejor y a elegir productos financieros que te acompañen en tus metas, no en la presión social. Aquí puedes encontrar opciones de Tarjeta de Crédito que se ajusten a tus necesidades.
¿En qué gastan su dinero los mexicanos hoy?
Cuando miramos el gasto de los hogares desde arriba, el mapa es bastante consistente. Con base en la ENIGH del INEGI y otros reportes públicos, los principales gastos en los hogares suelen concentrarse en tres rubros: alimentación, vivienda y transporte. En ciudades grandes se suma un peso creciente de servicios (internet, telefonía), educación y salud, especialmente en familias con niñas y niños o con adultos mayores.
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No hay una cifra única de “cuánto gasta una familia mexicana al mes” porque influye el nivel socioeconómico, el tamaño del hogar y si vives en zona urbana o rural. Aun así, la estructura se mantiene: comida dentro del hogar, pago de renta o hipoteca y servicios básicos, y movilidad (transporte público, gasolina, mantenimiento del auto) absorben buena parte del presupuesto. El resto se reparte entre educación, cuidado personal, entretenimiento, ropa y comunicaciones. En niveles de ingreso más altos aparece con más fuerza el gasto en restaurantes, viajes, seguros privados y ahorro/inversión, mientras que en ingresos más bajos el peso de los básicos es dominante.
Este panorama importa porque, antes de preguntar quién gasta más por género, conviene mirar dónde se va realmente el dinero; a partir de ahí, entender por qué cada persona decide gastar de cierta manera.
Diferencias de gasto entre hombres y mujeres en México: ¿mito o realidad?
Hay tendencias que se repiten en los estudios de hábitos de consumo en México, pero conviene tomarlas como promedios, no como reglas. En hogares donde las mujeres administran el presupuesto, suele haber una mayor proporción destinada a alimentación dentro del hogar, salud, educación y artículos para el cuidado del hogar. Los hombres, en promedio, concentran más gasto en transporte (incluyendo vehículo, gasolina y mantenimiento), tecnología y entretenimiento fuera de casa.
¿Por qué pasa esto? No se trata únicamente de gustos. Influyen los roles que asumimos (quien cocina, quien hace compras del súper, quien trae y lleva a la familia), la brecha salarial y el tiempo disponible. Muchas mujeres cargan con la economía del cuidado: organizan la despensa, pagan servicios a tiempo, compran útiles o medicinas. Ese gasto es recurrente y menos visible, pero sostiene el hogar. A la vez, muchos hombres hacen gastos de “alto ticket” más esporádicos: llantas del auto, gadgets, salidas con amigos o suscripciones premium.
También está la percepción de seguridad. En ciudades con transporte público inseguro, muchas mujeres dedican parte de su presupuesto a apps de movilidad, taxis o horarios más costosos pero más seguros. Es un gasto que raramente se cuenta como “ocio”, pero pesa en su cartera. Del otro lado, quienes usan su auto a diario enfrentan un costo fijo significativo, desde el seguro de auto hasta la gasolina y el mantenimiento.
Una última capa es el famoso “pink tax”, ese sobreprecio que algunas marcas imponen a productos “para mujer”. No ocurre en todos los rubros, pero cuando aparece en artículos de higiene o cuidado personal, sí puede elevar el gasto sin aportar valor adicional.
Lo que realmente mueve las decisiones de gasto: valores y percepciones
Más allá de los números, hay algo que explica mucho “en qué gasta más dinero la gente”: lo que valoramos. Si privilegias el tiempo, quizá pagarás delivery, lavandería o apps que te ahorran filas. Si te importa la pertenencia social, podrías invertir en marcas visibles o experiencias que te validen en tu grupo. Si lo central es la seguridad, preferirás un auto con buen seguro, un teléfono con excelente plan o zonas de vivienda con mejor vigilancia.
Tres ideas te ayudan a leer tus propios movimientos:
- Dinero identitario: gastamos para expresar quiénes somos o quién queremos ser. Esto cruza género y edad, y explica compras que no parecen “racionales” pero sí coherentes con tu identidad.
- Costo del tiempo: cada decisión tiene una tasa de cambio entre dinero y horas. En hogares con jornadas dobles, pagar por conveniencia puede ser una estrategia de salud mental.
- Carga invisible: quien administra el hogar asume microgastos constantes (pilas, focos, útiles, cumpleaños, envíos). Estos pequeños montos, sumados, mueven la aguja del presupuesto.
Cuando aterrizas estos motivadores, las diferencias de gasto entre hombres y mujeres dejan de ser una batalla y se convierten en conversaciones más honestas sobre prioridades compartidas y responsabilidades. Si aún no tienes claro cómo manejar tu presupuesto, te recomiendo leer este artículo sobre ¿Cómo hacer un presupuesto personal?.
Edad, nivel socioeconómico y ciudad: el contexto lo cambia todo
Las tendencias de gasto cambian notablemente por etapa de vida. En la juventud, el presupuesto se inclina a vivienda compartida o renta, tecnología, experiencias, ropa y comidas fuera de casa. Cuando llegan hijas o hijos, crecen los rubros de educación, salud, supermercado y transporte familiar, además de seguros (de auto y de gastos médicos) y un interés más marcado por productos financieros que den recompensas útiles. En la vida adulta mayor, el gasto en salud y medicamentos gana terreno, así como la inversión en vivienda confortable y servicios.
El nivel socioeconómico también marca diferencias. En ingresos altos se observa mayor gasto en educación privada, viajes, esparcimiento, restaurantes y seguros, y más participación en ahorro e inversión. En ingresos bajos, el presupuesto se concentra en alimentación, transporte público, vivienda y servicios; la volatilidad del ingreso obliga a ajustar semana a semana. En zonas rurales el gasto en transporte suele ser menor pero la canasta alimentaria cambia; en zonas urbanas, el costo de vivienda y movilidad pesa más.
Entender este contexto es clave si estás comparando productos financieros. Por ejemplo, si tu gasto fuerte es el súper y gasolina, una tarjeta de crédito con cashback en esos rubros tiene más sentido que una “premium” con salas VIP en aeropuertos. Si el vehículo es indispensable, un seguro de auto con cobertura adecuada y deducibles realistas puede proteger tu flujo de efectivo ante un siniestro. Descubre las mejores opciones de Tarjetas de Crédito para tus patrones de gasto.
Entonces, ¿quién gasta más?
Si medimos gasto personal y no del hogar, los hombres suelen gastar más por dos razones combinadas: mayor movilidad y, en promedio, ingresos más altos. Eso empuja el consumo en transporte, gadgets y ocio. Las mujeres, en cambio, concentran gasto cotidiano y sostenido en rubros del hogar, salud y educación, y enfrentan algunos sobreprecios en productos específicos. Pero cuando sumas todo en el hogar, lo que importa no es “quién gasta más”, sino si el presupuesto refleja prioridades comunes y si hay un plan para gastos grandes y emergencias.
Dicho de otro modo: comparar por género puede ser útil para entender tendencias, pero tomar decisiones inteligentes requiere mirar tus datos reales. Allí es donde las herramientas de comparación y los hábitos de registro hacen la diferencia. Si quieres profundizar en este tema, consulta ¿Qué factores influyen en el consumo de las familias?
Cómo usar esta información para gastar mejor (y comparar mejor)
- Define tus tres rubros pesados. Revisa tus últimos tres meses y detecta dónde se va la mayor parte: alimentación, vivienda, transporte, salud, educación o entretenimiento.
- Alinea valores con presupuesto. Si valoras tiempo, destina un monto etiquetado a conveniencia; si buscas seguridad, prioriza seguros y mantenimiento.
- Elige productos financieros por patrón de gasto. Compara tarjetas de crédito con recompensas en tus rubros principales y evita las que premian categorías que casi no usas.
- Protege los gastos “grandes y raros”. Si usas auto, compara y contrata un seguro acorde a tu uso y presupuesto; si estás por financiar un gasto grande, cotiza préstamos personales con CAT claro y plazos que no ahoguen tu flujo.
- Reduce fricción y sesgos. Automatiza pagos de servicios para evitar recargos y usa alertas para compras emocionales. Si compartes gastos, acuerden montos personales y del hogar.
- Vence el “goteo invisible”. Agrupa compras del hogar una vez por semana, arma una lista fija y evita compras por impulso en apps.
- Revisa cada 90 días. Tus hábitos cambian; vuelve a comparar para no quedarte con productos que ya no encajan.
En Comparabien puedes contrastar tarjetas de crédito, seguros de auto y préstamos personales con datos claros y filtros por beneficios. La idea no es gastar menos por gastar menos, sino gastar mejor con información objetiva.
Lo que nos deja esta conversación
Saber en qué gasta más dinero la gente no es una curiosidad de sobremesa: es la base para tomar decisiones más conscientes. Las diferencias de gasto entre hombres y mujeres en México existen, pero están atravesadas por valores, roles y contexto. Cuando pones luz en tus motivaciones —identidad, tiempo, seguridad— crear un presupuesto que te represente se vuelve mucho más sencillo. Y cuando comparas productos con criterio, cada peso trabaja a tu favor.
Si hoy das el siguiente paso —revisar tus rubros, alinear tu presupuesto y elegir herramientas financieras que sumen—, el dinero deja de ser un misterio y se convierte en una palanca. Empieza por lo que más pesa en tu vida; nosotros te ayudamos a comparar el resto.